María Montessori fue una doctora italiana de principios del siglo XX y estudió psicología, ciencia, pedagogía y otros estudios de humanidades. Fue una gran observadora y una gran científica que utilizó la observación para entender cómo la naturaleza proporciona a los seres humanos las herramientas para desarrollarse a sí mismos, así como, otros seres vivientes del mundo.
Observando a los niños se dio cuenta de que la educación se basaba en ayudar a todos los niños a desarrollar sus habilidades y potencial individual. Por ello debemos ayudarles en este proceso natural de crecimiento humano, dándoles la libertad para que construyan ellos mismos, observando y proporcionándoles lo que necesitan en cada momento. La educación para ella es, por lo tanto, una ayuda a la vida natural.
Como queremos ayudar en el desarrollo del máximo potencial humano en cada niño debemos entender cómo funciona un niño. María Montessori observó que los niños trabajan y se dio cuenta de que son incansables en la construcción de sus propias capacidades, habilidades y personalidad.
En este sentido, el trabajo de un niño es diferente al de un adulto, puesto que un adulto construye algo externo con el objetivo de mejorar la sociedad, pero un niño está muy concentrado en la mejora de sí mismo, para construir su cuerpo, su cerebro y su alma interior. El niño tiene una gran energía interior que lo lleva a desplegar fácilmente su potencial. Este es un proceso inconsciente y si los niños no pueden trabajar en este sentido tienen una carencia que afecta a su personalidad y su comportamiento. Por este motivo los adultos no deben ser un obstáculo para ellos. Debemos preparar entornos que permitan un uso óptimo de sus poderes y características especiales que tienen y más tarde para permitir la autoconstrucción dando libertad en este entorno para nutrir sus necesidades de desarrollo. De esta manera van a cumplir con la plena independencia y responsabilidad no sólo en su vida sino en todo el mundo.